CAJÓN DE SASTRE DE UNA HORMIGA DISIDENTE







miércoles, 13 de enero de 2010

MONJITAS, PARÁBOLA Y CINE


Cuando yo era pequeñita, iba a un colegio de monjitas. Digo monjitas y digo bien porque eran todas chiquititas, chiquititas. No se porqué pero creo que las elegían adrede para que no desentonasen con nosotras.

Antes de continuar, quiero aclarar que a mí no me traumatizaron para nada, aprendí muchísimas cosas y les tengo un gran cariño. Creo que es porque casi todas eran un poco "progres", rojillas, vamos, una incongruencia pero real. Esto da para otro post.

Pues bien, las monjitas nos contaban las parábolas de la Biblia. Y algunas de nosotras replicábamos y preguntábamos hasta la saciedad porque no nos cuadraban mucho las moralejas de las historietas.

Tengo que decir que las niñas que no replicaban no era necesariamente porque estuvieran de acuerdo en todo sino porque la mayoría pasaban absolutamente y no les importaba lo más mínimo nada de lo que les explicasen. Con poner cara de niñas buenas, aprenderse el catecismo como loras, asentir a todo y sacar buena nota tenían suficiente.
Me voy del hilo....

A mí, personalmente la parábola del hijo pródigo me molestaba especialmente y me enfadé con Dios retirándole la palabra, por trato de preferencia hacia semejante impresentable.

La cuestión de los hermanos siempre ha sido un misterio para mí, como hija única no he llegado nunca a comprender la intrincada red de relaciones amor/odio que generan.

Pero una cosa sí que tenía segura.
"El hijo bueno debería irse también a gastar su herencia y pasarlo bien, así cuando volviese, su padre se pondría tan contento tan contento que aunque se hubiese arruinado le acogería igual que había hecho con su hermano".
"No, Mercedes, no lo entiendes, no es lo mismo".
Vaya si lo entendía, la cuestión era adelantarse, ser el primero en hacerlo porque sino el segundo se lleva los palos. Y arrepentirse, claro. Que superarrepentido está uno cuando no le queda otro remedio, ni dinero ni modo de conseguirlo, así se vuelve al redil mansamente y se promete lo que sea y se pone cara de bueno....

¿Por qué la gente no se arrepiente cuando está en lo mejor del placer y lo rechaza en ese mismo instante? Eso sí sería arrepentimiento válido y no después.

Aunque yo no puedo hablar, que luego me tengo que comer mis palabras. Muchas veces no me arrepiento ni siquiera después.

Bueno, hay gente que sí se arrepiente antes de actuar. Son aquellos cuyo nivel de autoculpa es tan alto que no se permiten disfrutar siquiera del pensamiento. No me refiero a estos, claro.

Durante buena parte de mi vida, el hijo pródigo ha vuelto a mis cavilaciones mas de una vez.
Una de ellas hace unos pocos años revisionando la excelente "La gata sobre el tejado de zinc caliente".

Me hizo pensar que tal vez el hijo pródigo era como Brick, el personaje de Paul Newman, que aparte de otras cuestiones que no entraré ahora a comentar, no le importaba lo más mínimo la herencia de su padre. Unicamente quería que este le amase.

Y el buen hijo de la parábola podía muy bien ser el hermano de Brick, el que se ocupa de la finca y de hacer absolutamente todo como quiere su padre simplemente para quedarse con la herencia después que éste muera.
Brick quiere realmente a su padre a pesar de que solo le ha dado "cosas" como él mismo dice.

Con hijos pródigos como Paul Newman que se quiten todos los demás hijos supuestamente buenos.

Y de este modo tan cinéfilo y pillado por los pelos, uno de mis "problemas con la Biblia" se curó del todo y me reconcilié, por fin, con Dios.

Evidentemente, esta es mi moraleja de la parábola, se puede creer absolutamente o sólo a medias, eso ya queda para cada cual.


MCD, 01-10
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1 comentario:

tula dijo...

...interesante la parábola.
..en mi opinión si asumimos la responsabilidad de nuestros actos no deberíamos arrepentirnos nunca, son actos y punto, no se puede volver atrás...
porque..¿que es arrepentirse?.
un beso