CAJÓN DE SASTRE DE UNA HORMIGA DISIDENTE







sábado, 9 de enero de 2010

CAIN DE SARAMAGO, CRÓNICA DE LA INTOLERANCIA


En su última novela, José Saramago comparte la tesis sustentada por el antropólogo francés Mauricio Godelier según la cual las sociedades crean sus dioses a su imagen y semejanza. A partir del destino al que Dios condenó a Caín, quien por voluntad divina mató a su hermano, en la novela se desarrolla una trama que se sintetiza en una idea expresada en la frase escrita en la contracarátula: qué diablo de dios es este que para enaltecer a Abel, desprecia a Caín. A través de la disputa que Caín tiene con el Dios que lo condenó a su triste destino y del errante recorrido que el protagonista tiene por los principales pasajes de la biblia, Saramago explora la crueldad que caracteriza a las imágenes religiosas inventadas por los hombres y, en este caso, plasmadas en la biblia.

Saramago enuncia una preocupación que no es estética porque constata cómo en las imágenes de la Biblia se promueve la plena convicción de que sólo quienes siguen a Dios están en lo correcto y cómo la condena a los otros no es una mera acción discursiva, sino que viene acompañada de sometimiento, persecución y sojuzgamiento. El autor se inspira en las acciones reales que hechas a nombre de la religión han sometido o destruido a individuos, a pueblos, a naciones y a continentes enteros. Baste pensar la mutua compañía que han tenido la cruz y la espada en toda empresa civilizatoria de ayer y de hoy.
Para Saramago es inconcebible que las creencias religiosas vengan acompañadas de la promoción del odio y de la exclusión de quienes no comparten las creencias y con su ateísmo profundiza el pensamiento secular y el humanismo.

Con fino humor nos invita a que reflexionemos sobre el peso que tienen las imágenes que inventan las sociedades para justificar acciones que vistas de otro modo serían totalmente injustificables. El ateísmo de Saramago nos invita a ser responsables y éticos por fuera del miedo y de la intolerancia.


Fragmento del artículo de José Antonio Figueroa publicado aquí.
***
La visión lúcida, a veces casi infantil y literal del Antiguo testamento que expone Saramago en su último libro obliga a reflexionar sobre los aspectos más dogmáticos de la religión católica y sobre la imagen que esta presenta de un dios absolutamente lejano, cruel, caprichoso y nada espiritual.
MCD, ENE-10
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2 comentarios:

Darío dijo...

Que interesante. Saramago ya había hecho muchas conjeturas alrededor de la religión, y tengo que decir que comparto absolutamente cada frase que le escuché decir.
En este caso me resulta muy interesante lo "inconcebible" de una religión que postule el odio. De verdad, es un contrasentido.
Por eso quizá, creo que la figura de Jesús en Saramago es una figura de hombre de amor, y la de dios, la de un dios vengativo. La del antiguo testamento, claro.
Pero, por lo pronto, mejor leo el libro de Saramago. Un beso.

Eastriver dijo...

Saramago, por su inteligencia y su coherencia, es un regalo de la vida. Es ya una referencia inevitable. Gracias por tu crítica: cuanto más oigo hablar de esta novela más ganas tengo de salir a comprarla.