CAJÓN DE SASTRE DE UNA HORMIGA DISIDENTE







sábado, 16 de octubre de 2010

HORUS O EL RITUAL DEL BELLO ENCUENTRO

Hem-Netyer Tepy, el Sumo Sacerdote encargado de los rituales diarios del templo de Horus se prepara para la función ceremonial del Festival del Matrimonio Sagrado o Bello Encuentro. El ritual anual de la unión de los dioses Horus y Hathor.

Hace ya varios días que Hathor abandonó su santuario en Dendera. La diosa está siendo trasladada navegando río arriba hacia el templo de Horus, en Edfú para llegar mañana, día de luna nueva al encuentro con su consorte. Ambos pasarán la noche juntos en la capilla “Casa del Nacimiento”.

Hem-Netyer Tepy esta buscando los utensilios para la ofrenda. Los había dejado preparados sobre la mesa el día anterior, como siempre ha hecho durante los últimos veinticinco años, pero ya no están ahí. La mesa tampoco está.

Como Sumo Sacerdote responsable del cuidado del dios sabe que nadie está autorizado a entrar en el santuario interior del templo, el área más sagrada del complejo templario.  Sin embargo, algo ha ocurrido, alguien ha debido entrar a llevarse los utensilios y la mesa. Se siente confuso y asustado. Toda su vida dedicada al culto de su dios. Sin preguntas, sin dudas, sin fallos. Está muy bien considerado por los demás sacerdotes. Nunca había ocurrido algo así, por eso no sabe que hacer, ni a quien acudir. Vuelve a entrar en la sala donde se preparan las ofrendas pero tampoco encuentra la mesa ahí.


De repente se despierta. Está en su casa, un piso de Barcelona.

Siente esos segundos de vacío, de no-conciencia, de no saber quién se es que surgen en el momento del despertar, cuando nuestra conciencia aún  no recibe nada de nuestra memoria, de nuestro ser. La sensación pasa enseguida y la súbita percepción de la realidad le marea. Recuerda su sueño.

Estaba en Egipto otra vez. Haciendo lo que sabe hacer. Hablando, comiendo y sintiendo el calor y la luz del desierto. Y de nuevo… la vida real… ¿real?

Hay una mujer junto a él, en su cama. Por un momento piensa que sigue soñando.

Se acuerda enseguida y sonríe. La cita, el encuentro, la conexión inmediata y el deseo irrefrenable. Una felicidad infantil recorre su cuerpo y la abraza. Ella se despierta, se despereza y lo besa. Se mueven despacio y se acarician.
Recuerda que la noche anterior le habló de Egipto, su pasión. Le enseñó las fotos de su último viaje al valle del Nilo, le contó el proceso del cuidado de los dioses, que es el punto principal de la religión egipcia. Le explicó que a través de los rituales asociados con estos actos ocurría la comunicación y el compromiso entre la humanidad y lo divino, lo que ayudaba a mantener sin ningún trastorno el Maat, para que así todo prosperase.
-Te estoy aburriendo.
-No. Me parece muy interesante, yo no sabía nada del antiguo Egipto. Una vez vi unas momias en un museo, nada más.
-Me gusta mucho todo lo que tenga relación con la cultura egipcia. Leo y busco información. Es como un hobby. Mira.

Le mostró un libro abierto, unos rostros dibujados a carbón. La representación de los sacerdotes del culto a Horus.

- ¡Que curioso! ¿Sabes que te pareces un montón a este señor? Debe ser un antepasado tuyo, por eso te gusta tanto todo esto.

Las caricias siguen, los besos se suceden sin pausa, los movimientos se acompasan y la respiración se acelera. Vuelven a hacer el amor hasta que el sol llega a su cenit.

- Tengo que marcharme ya –dice ella, y se levanta.
- Te llevo.

Ella sale de la habitación. Busca su ropa que quedó desperdigada de camino a la alcoba. Los zapatos acabaron bajo una silla. Se sienta en ella para ponerselos, entonces se fija en la decoración.

Está todo adornado con papiros, pirámides y objetos egipcios. En un lado del amplio salón hay una mesa muy antigua, en realidad no pega con el resto de los muebles, parece salida de un museo. Sobre ella unos extraños amuletos, unos utensilios.

- ¿Y estas cosas qué son? No vi esta mesa anoche, es espectacular.

Él se queda parado un instante junto a la puerta sin poder creer lo que está viendo.

Es su mesa, la mesa del culto al dios Horus.

El ritual anual del Bello Encuentro se ha completado, ahora la diosa Hathor volverá a su templo, en Dendera… o en Barcelona.

Dedicado a Sito, iniciador iniciado.
La foto del tatuaje es de su brazo.

MCD  & AR, SEP-10

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9 comentarios:

Stalker dijo...

Un cuento que acaricia, The Pink Ant. ¡Gracias!

Darío dijo...

Que preciosura. Y que el rito se repita eternamente, aunque algunos hagan mucho por matarlo. Beso.

Eastriver dijo...

¿Es un cuento? ¿O tiene mucho de real? Impactante, como la VIDA misma.

Mercedes Thepinkant dijo...

Stalker,
me gusta acariciar también.
De nada, un beso.

Curiyú,
que se repita, sí y los que quieran matarlo no podrán, ellos se lo pierden.
Beso de perfil.

Eastriver,
Mas que un cuento, es una historia que tiene mucho de real, o como dirían de un telefilm: basado en hechos reales.

Un beso

tula dijo...

La percepción depende de uno, así que es posible alinear realidades, nada es lineal, sino cuestión de intensidades.
Me ha encantado el relato.
un beso sin miedo.

Mercedes Thepinkant dijo...

Tula,
es una de mis obsesiones, la simultaneidad del tiempo-espacio.
Me ha encantado que te dieras cuenta de que la historia también va de eso. Yo lo percibo a veces y siento que el mundo físico no es real, precisamente porque es lineal, absurdo. Por eso mis recuerdos casi nunca tienen un espacio concreto en el tiempo. Esto me causa problemas cuando tengo que explicar alguna conversación o recordar cuando me dijeron algo. Pero a pesar de los inconvenientes prácticos me da la capacidad de relativizar y "salir" de la "matrix". No se si me explico.
Un beso.

RAB dijo...

Dile a Sito -por si le sirve- que la próxima vez le dén más datos. El guardián le los sueños le dirá también si la chica con la que despertó no era la de la boda... quién sabe ¿Isis? La mesa de culto suena a metáfora del tálamo nupcial :) que como sabemos, puede durar 2 horas o una eternidad...
¿habría alguna diferencia?

:+ con achuchones

Mercedes Thepinkant dijo...

Rab,
te puedo asegurar que la chica no era Isis. Minerva, o quizá Lilith puede que sí.

Un abrazo

RAB dijo...

:D